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Estar conectados, en realidad cuánto cuesta en recursos del planeta

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Si internet fuera un país sería el sexto con mayor gasto energético y el primero en población, con algo más de 5.000 millones de personas con acceso a la red y un consumo de 97 zettabytes de datos.

Ya ni es fascinación, lo hemos naturalizado tanto que ni nos damos cuenta que estamos conectado a una gigantesca red omnipresente que lo impregna todo en nuestras actividades cotidianas. Desde saludar a la familia y allegados, trabajar, hacer negocios, asistir a la consulta médica, o estar en clases de toda índole, pagar impuestos, controlar la casa o el auto con telecomando, o visitar un museo en recorridos que no haríamos de cuerpo presente por tiempo, presupuesto y porque tocaría viajar, y no todos nos podemos dar ese lujo.

De los primeros celulares con antena externa, a los minicomputadores que llevamos a todas partes ha pasado mucha tecnología. Más rápidos, con mayor almacenaje de información, mejores cámaras fotográficas y de video, conexión multimodal en cualquier lugar del mundo, de carga rápida para no perder tiempo cargando baterías, todas estas características que las vamos asimilando muy rápido, no da lugar a pensar que es lo que las mueve realmente.

Sume el poder de cómputo de portátiles y estaciones de mesa. En la realidad son máquinas de no creer y en las que no reparamos, solo esperamos que funcionen en cualquier momento y en cualquier actividad que tengamos a bien desarrollar. Todo interconectado, fácil de operar y tristemente desechables. Algunos irreparables porque fueron diseñados así, con obsolescencia programa para mantener vivo el negocio de la venta de estos aparatos.

Pero estamos interconectados y esos tiene unos costos en dinero y recursos naturales gigantescos. En la actualidad, unos 5400 millones de personas utilizan internet y las ventas del comercio electrónico empresarial aumentaron de 17 billones de dólares en 2016 a 27 billones en 2022 en 43 países. Para producir dinero digital – bitcoins- la energía necesaria para la extracción alcanzó los 121 teravatios el año pasado, más que la consumida por la mayoría de los países pequeños o superior al consumo anual de Bélgica o Finlandia, cifra nada despreciable.

Hace dos años atrás los centros de datos mundiales consumieron 460 teravatios hora, el equivalente a la energía utilizada por 42 millones de hogares en Estados Unidos en un año. Se espera que esta cifra se duplique en 2026. Esto también se puede calcular en emisiones contaminantes que van entre el 1,5% y el 3,2% de las emisiones mundiales de efecto invernadero, cifra similar a la del transporte aéreo y marítimo.

«Google reveló que, en 2022, el consumo total de agua en sus centros de datos y oficinas ascendió a unos 21,2 millones de metros cúbicos. Para el mismo año, Microsoft su consumo de agua era de 6,4 millones de metros cúbicos». Según Microsoft, sólo la formación para ChatGPT-3 requirió un consumo estimado de 700.000 litros de agua potable.

Hacer o vivir del comercio en línea, es un mundo de no menos de 100 millones en 2000 a 2300 millones en 2021 de dólares. Este aumento ha provocado un incremento del 30% de los residuos digitales entre 2010 y 2022, hasta alcanzar los 10,5 millones de toneladas en todo el mundo. Los países desarrollados generan 3,25 kg de residuos digitales por persona, frente a menos de 1 kg en los países en desarrollo y apenas 0,21 kg en los países menos adelantados, lo que constituye un indicador más de la desigual distribución de los beneficios que conlleva la digitalización.

El consumo de energía eléctrica va en constante aumento, dado que los procesos de la IA, que no solo es al Chatgpt, estan en todos los sistemas de transporte interconectados o auto conducidos entre otras; solo considere en dónde no hay un proceso digital de este orden, todo hoy está sumergido en esa tecnología, y para ello se requiere minerales que se encuentran en África como el 55% del cobalto mundial, el 47,65% del manganeso, el 21,6% del grafito natural, el 5,9% del cobre, el 5,6% del níquel y el 1% del litio.

En nuestra América, el oro, el litio y otras materia primas, que supondría ser una oportunidad para equilibrar los niveles de pobreza frente a los de la riqueza que se vive en los países bases de las principales mineras, que son protagonistas de desastres ambientales de todo orden, corrupción y en general, son sinónimo de pobreza y expropiación. La demanda mundial de materias primas energéticas limpias ya está impulsando la inversión extranjera directa en América Latina, y específica que representa el 23% del valor de los proyectos totalmente nuevos de la región en los últimos dos años.

Más allá de los resultados de las políticas de contratación, explotación y desarrollo de recursos naturales en todos los campos, es importante preguntarse como usuario, cuánto cuesta toda esta magia digital que nos rodea y que nos facilita la comodidad de la vida interconectada y global. Energía eléctrica, agua, gas, petróleo, minería, daños ambientales irreparables, explotación de comunidades y argumentos populistas para continuar guerras sin término, esto y muchas otras realidades están, pero no las vemos. Estamos muy ocupados con el celular, trabajando con el PC o siguiendo la ruta que nos da Google Maps, eso sin contar con la aspiradora inteligente que asea nuestra vivienda.

Todos son consumos planetarios que ni sospechamos que ocurren y que como usuarios tecnológicos, también son nuestra responsabilidad.

Fuente: informe sobre la economía digital elaborado por la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).

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