La leucemia mieloide crónica (LMC), un tipo de cáncer que comienza en la médula ósea y afecta a las células de la sangre. En el mundo, se estima que la incidencia anual es de entre 1 y 1.5 casos por cada 100,000 personas, con una prevalencia de 1 por cada 17.000 habitantes. En Colombia, se sigue trabajando en recopilar la información que permita tener un registro nacional de casos de LMC, objetivo de la Asociación Colombiana de Hematología y Oncología (ACHO). La información disponible del Instituto de Evaluación Tecnológica en Salud IETS y Ministerio de Salud, reportó que en el país las muertes por esta enfermedad aumentaron de 130 en 2005 a 153 en 2019, con una edad media de fallecimiento que subió de 57 a 62 años. Esto evidencia una alta carga de enfermedad, lo que hace que la LMC siga siendo una necesidad médica no resuelta.
“Este cáncer representa el 15% de todas las leucemias y es causado por una alteración genética que implica una translocación entre los cromosomas 9 y 22, lo que resulta en un cromosoma 22 más corto y anómalo denominado cromosoma filadelfia. La LMC se presenta principalmente en adultos, aunque también puede ocurrir en niños y adolescentes y suele diagnosticarse mediante análisis de sangre o biopsia de médula ósea.
Este tipo de cáncer genera una sobreproducción de glóbulos blancos que se acumulan en la médula ósea y la sangre, desplazando a las células sanguíneas normales. Generalmente los pacientes pueden encontrarse asintomáticos, y en caso de presentar síntomas éstos son inespecíficos como fatiga, debilidad, pérdida de peso inexplicada, sudoración nocturna, moretones fáciles o sangrados e incomodidad en el abdomen, y se caracteriza por una progresión lenta; sin embargo, de no tratarse oportunamente puede transformarse en una forma más agresiva que puede incluso requerir un trasplante de médula ósea.
A pesar de los avances que han convertido a la LMC en una enfermedad crónica, persisten desafíos significativos: muchos pacientes no acceden al tratamiento óptimo, y solo alrededor del 50% logran una remisión libre de tratamiento, es decir sin medicamento. Alcanzar este estado de remisión libre de tratamiento (RLT), requiere de una colaboración efectiva entre el paciente, el médico tratante y el sistema de salud.
A la fecha, los avances en el tratamiento han mejorado el pronóstico de las personas que padecen LMC. Incluso muchos pueden llevar una vida larga y saludable con el tratamiento y el control adecuados. Las opciones terapéuticas disponibles incluyen medicamentos denominados inhibidores de la tirosina quinasa (ITK), que actúan sobre las mutaciones genéticas que causan la enfermedad. En los últimos 20 años, los ITK han transformado el tratamiento y pronóstico de la LMC, elevando la tasa de supervivencia a 10 años del 20% al 85% y más, lo que se traduce en que los pacientes viven cada vez más. Aún así se hace necesario seguir innovando en alternativas terapéuticas que no alteren la calidad de vida de quienes viven con esta enfermedad.
«Estos medicamentos han evolucionado para reducir los efectos secundarios y permitir a los pacientes mantener su rutina y disfrutar de una mejor calidad de vida. Aunque hemos avanzado mucho en las últimas dos décadas, aún queda trabajo por hacer: muchos pacientes con LMC enfrentan desafíos con las opciones terapéuticas actuales y solo entre el 38% y el 54% de los pacientes logran una remisión libre de tratamiento. Es crucial seguir apoyando la investigación y la innovación para el desarrollo de nuevos tratamientos, mientras tanto seguiremos promoviendo la comprensión de la enfermedad, para hacer que la Leucemia mieloide crónica sea una necesidad cubierta y resuelta,» afirmó la Dra Claudia Agudelo López, miembro de la Asociación Colombiana de Hematología y Oncología (ACHO).