Una verdad de apuño y en este caso, a puño limpio. El periodista nicaragüense Miguel Ángel Mendoza Urbina, con más de 30 años de experiencia profesional, y extraditado de su país a Estado Unidos por el régimen de Ortega y Murillo, y quien fue puesto prisionero el 21 de junio de 2021 como parte de una represión más generalizada contra personajes de la oposición y los medios independientes. Acusado de conspiración y diseminación de noticias falsas, fue sentenciado a nueve años de prisión. Menos de dos años después, el 9 de febrero de 2023, fue uno de los prisioneros políticos inesperadamente liberados por las autoridades nicaragüenses, y deportados a Estados Unidos.
Allì se ha hecho un espacio en medios digitales, comentando la realidad de los latinos en norteamérica y defendiendo la causa de los nicaragüenses que siguen soportando la dictadura, de los que se supondrìa iban a liberar el paìs: la Revolución Sandinista, encabezada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Un sueño popular que terminó en una dictadura de marca mayor.
En una publicaciòn reciente en TikTok, hace una descripción muy clara de las malas costumbres que caracteriza a una buena parte de los suramericanos: el desorden social, que en el caso de la publicaciòn está centrada en la ciudad de Nueva York. La arbitrariedad que nos es propia y que rompen con todas las normas de una convivencia respetuosa del espacio pùblico, del pago en los sistemas de transporte público, del ruido excesivo, y en general de atropellar todas las normas de convivencia que hace posible una vida ordenada.
Cuando hace su descripciòn, perfectamente retrata cualquier ciudad del continente, y de manera muy especial en la zona norte, los paises caribeños, ruidosos, arbitrarios y para algunos pintorescos. Pero en la realidad es bastante molesta tanta anarquìa y desafuero.

En el caso de Bogotà, ciudad andina, el drama del mal uso del espacio público es de dimensiones astronómicas. No bastan «soluciones drásticas», con manifestaciones y enfrentamientos con la autoridad por parte de los vendedores informales. Después de días de enfrentamiento, vuelven de nuevo a ocupar los espacios supuestamente recuperados. La Localidad de Suba es un ejemplo claro. Cada Centro Comercial está sitiado por los informales. Esto afecta radicalmente al comercio formal y a los propietarios de predios tanto de casas como edificios de apartamentos. Vender es casi imposible y arrendar toca a personas que nunca se hubieran considerado, pero el daño causado está ahí, aún pagando impuestos y servicios costosos.
La lucha de Transmilenio para disminuir a los colados, los que no pagan y se burlan de la autoridad y de la estructura de las estaciones , que se han agregado a un alto costo, no son disuasores para acceder al sistema sin pagar. Y entre otras, hacer de las estaciones plazas de mercado y de cuanta arbitrariedad se les pueda ocurrir es una realidad permanente y muy preocupante por temas de salubridad y seguridad.. Y al interior el viaje se vuelve un largometraje de cuanta historia de dolor, pobreza, abandono y miseria humana se le pueda ocurrir a un ingenioso escritor.

Basura, grafitis, y un supuesto arte callejero rondan todas las esquinas. No hay un espacio en la ciudad que en cualquier momento no sea atacado por el aerosol, y si el muro esta recien pintado, es una invitaciòn a atacar con rabia, supuestamente artística, sin considerar que aunque el muro está hacia la calle es parte de una propiedad privada, lo que no le interesa en lo más mínimo al aerosol.
Junto a esto, los contenedores, que se supone son una solución para el buen manejo de los desperdicios, se convierte en un foco de desorden, basura esparcida y una vista muy desagradable de las calles. A esto se suma la destrucciòn de estos cajones plásticos en cada tropelía o simplemente por hacer el daño en propiedad ajena. Aquí no hay autoridad local que funcione. Por más que se limpie, màs se demoran en asear, que los moradores y recicladores establezcan nuevamente el desorden.
Estas y otras condiciones de nuestra vida urbana habitual hacen parte del reconocimiento del nicaragüense en su post en la plataforma. Esto muestra a las claras la dificultad de integraciòn a un sistema de vida respetuoso, organizado, que busca mantener una estética urbana que hace parte del sueño americano y no del desorden hispanoamericano, y por eso el claro titular: «Por eso Trump no nos quiere»‘.
Para algunos extranjeros que vienen al Sur, les parece genial el desorden y el caos en el que vivimos. Sienten que aquí palpita la vida y que se puede hacer lo que se quiera, sin ninguna consideraciòn que no sea la de satisfacer sus deseos, sean estos totalmente caprichoso. Claro, aquí la informalidad es la respuesta al desempleo, el rebusque para no morirse de hambre y en general un auto permiso en la poblaciòn para saltarse el orden establecido.
La migración exige integrarse, compartir normas y formas de habitar las ciudades y poblados. No es solo el tema del idioma, es la mirada de mundo, el marco social y de convivencia que ya han establecido y que los recién llegados intentan saltarlos o que se cambien las normas a su favor. Algunos sienten que el mundo les debe y exigen sin dar nada a cambio, ni siquiera buen comportamiento social.