El cambio de los sistemas convencionales de producción de energía eléctrica y de combustibles limpios y renovables como el hidrógeno verde, se enfrentan diariamente a legislaciones, contratos y líneas de acción gubernamentales y empresariales que no favorecen para nada esta urgente transición. El mercado está diseñado de una manera tal que desfavorece el despliegue de energías renovables, los mecanismos de fijación de precios no ayudan porque las energías renovables necesitan contratos a largo plazo para lograr la estabilidad y seguridad de la electricidad suministrada y el costo a pagar.
Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todas las personas, en cualquier lugar del mundo, es la meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 7 (ODS 7).
La agencia intergubernamental IRENA que hace parte de la ONU, se ha comprometido con los países a encontrar la forma adecuada de traducir el compromiso en acción. En África, por ejemplo, se puso en marcha durante la primera Cumbre Africana sobre el Clima, celebrada en Nairobi el año pasado, donde los líderes firmaron una declaración conjunta en la COP28 para impulsar la transición hacia las energías renovables como solución estratégica para el acceso a la energía, la seguridad y el crecimiento ecológico en el continente.
El mundo desarrollado tiene que cambiar el sistema y los países en desarrollo pueden dar un salto adelante y pasar directamente a un nuevo sistema energético, ya que carecen de verdaderos sistemas energéticos verdes y pueden disponer de las herramientas, los instrumentos y los recursos financieros para impulsar los cambios. La principal diferencia radica en la situación del sistema energético en estas distintas partes del mundo, que se refleja en gran medida en la desigualdad existente.
El Continente africano es probablemente la potencia más importante del mundo en energías renovables e hidrógeno verde pero carece de las infraestructuras necesarias para que este potencial beneficie a su población y al mundo. Infraestructuras como puertos, oleoductos e infraestructuras civiles son decisivas y cruciales.
Para acelerar la transición, hay que superar algunas barreras estructurales que existen en la actualidad. Sin una interconectividad de las redes, de infraestructuras modernas de almacenamiento, flexibilidad y equilibrar las redes, no se puede avanzar en la transición energética y es de la máxima prioridad modernizar y construir el equipamiento necesario donde no las hay.
También están los problemas relacionados con el marco legal existente en muchos países que favorecen el mercado tradicional de hidroelectricidad, termoeléctricas y donde hay muchas subvenciones para proyectos de combustibles fósiles dejando de lado el despliegue de energías renovables.
Los mecanismos de fijación de precios de mercado y la necesidad de profesionales cualificados y una fuerza laboral cualificada son indispensable para lograr el cambio. La sociedad también debe crear un entorno más fácil y sencillo para que las personas tomen las decisiones correctas en términos de eficiencia y conservación de energía.