Cuando miramos ambientalmente el año que recién termina, los datos de altas temperaturas, incendios, huracanes, inundaciones y demás desastres nos llama a la reflexión sobre nuestro que hacer diario. La sociedad de consumo en este sistema capitalista liberal, no se resigna a cambiar sus paradigmas de riqueza, producción, comercio y predominio planetario, por una visión mas integral, generosa con el planeta y bajar los hitos a lograr cada año, generando riqueza que no llega a todos y mas por el contrario aumentando las distancias entre personas que disfrutan de la vida y muchas otras que sobreviven en la miseria en todos sus niveles.
Este sistema que ya tiene casi tres siglos de permanencia, con diferentes protagonistas globales, hace posible que los limites de una existencia armónica con la naturaleza sea cada vez mas difícil. Lo importante es la ganancia, las cifras de las teorías económicas y que temas de inflación, deflación, costo de vida, comercio libre siempre estén en acuerdo positivo con las proyecciones que los eruditos económicos establecen.
Junto a esto se unen las guerras que nos atormentan con tanta miseria, destrucción, dinero a raudales para financiar el homicidio generalizado y respaldado por los políticos que se justifican con argumentos peregrinos, que a la final es recuperar los limites de viejos imperios, o promesas de tierras que en la realidad no pertenecen a nadie, finalmente las generaciones van pasando una tras otra y se van tal como llegaron al mundo, sin nada.
No entendemos que lo que realmente importa es proteger nuestro planeta, el único que nos puede sostener y todas las expresiones de vida que nos rodean. Seguir en la dinámica que vamos en una sociedad de consumo sin limites, sin voluntades políticas para generar el cambio que se requiere, sin otras opciones energéticas menos contaminantes, con una producción de bienes y servicios que protejan los ecosistemas, aumentando la economía circular, desterrar la mala practica de la obsolescencia programada, de la agricultura industrial que tanto daño genera a las tierras de cultivo y el crecimiento sin límites de las ciudades. Son todas tareas urgentes que requieren soluciones prácticas, reales, que se puedan implementar a nivel global.
Iniciamos este capítulo de la humanidad, algunos con mucha esperanza de cambio, otros menos optimistas y una gran cantidad de pesimistas que todo lo ven con ojos de destrucción y el afán de disfrutar lo que queda antes que se acabe todo. Desde BiciUrba le apostamos a un mundo mejor donde cada uno ponga su aporte cambiando formas de consumo, formas de trabajo, de entender que todos somos iguales, que nos necesitamos, que somos protagonistas de verdaderos cambios que se originan desde lo pequeño y que inexorablemente ira escalando hasta logar cambios radicales. Es un proceso, ciertamente, pero si no lo hacemos diariamente, los pesimistas quizás nos demuestren que tenían razón.
Este nuevo año es un capitulo por escribir y depende de cada uno que lo hagamos mejor.