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Entre la sequía y las lluvias torrenciales, El Niño y La Niña nos muestran que no hacemos los correctivos adecuados

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Efecto de El Niño en el municipio de Cucunuba, sequía prolongada.

Cada tres o siete años y con una duración de entre un año y año y medio buena parte de Suramérica, Australia, el sur de África se enfrentan al calor y sequía extremo y lluvias torrenciales, huracanes e intensas inundaciones, es decir a situaciones extremas de realidades climatológicas que se desarrollan en el centro y este del Pacífico ecuatorial.

Después de experimentar El Niño, se espera la presencia del efecto de La Niña que en general su duración es de 9 meses a 3 años, siendo más fuerte mientras menor es su duración. Aparece cuando los vientos alisios del este se refuerza, provocando el afloramiento de agua más fría de las profundidades del Pacífico tropical oriental, lo que provoca un enfriamiento a gran escala de la superficie del océano Pacífico oriental y central, cerca del Ecuador.

Ahora bien, estos efectos se pueden literalmente pasmar. Hoy los modelos climáticos internacionales sugieren que El Niño probablemente continuará siendo neutral hasta al menos julio de 2024. Si bien tres de siete modelos internacionales predicen que las Temperatura Superficial del agua del Mar (TSM), del Pacífico central alcanzarán los umbrales de La Niña en julio, las predicciones de El Niño y La Niña hechas a mediados de otoño tienden a tener menor precisión que las predicciones realizadas en otras épocas del año.

Más allá de los tecnicismos la realidad es que con la crisis climática es muy probable que los periodos en los que se presentan estos fenómenos climatológicos van a ser más cortos e intensos, lo que repercute de forma directa en la producción del sector agrícola y pecuario. En el caso de las ciudades, es necesario revisar y reprogramar el gasto tanto de agua como de energía eléctrica domiciliaria. No de otra forma se puede enfrentar con cierto éxito estas realidades planetarias.

Estos cambios climáticos no son nuevos, en la historia antigua de los pueblos peruanos ya se tenían referencias y se aprecia como las comunidades se enfrentan a estas condiciones. La forma de cultivar, en un país que tiene zona desértica sobre el litoral Pacífico, obligó a que se dieran soluciones practicables, especialmente el cuidado del agua, la forma de construir reservorios y el crecimiento urbanísticos de los poblados. Eso hizo que la ingeniería precolombina desarrollara formas y técnicas que aún persisten en el tiempo.

Hoy con toda la tecnología que tenemos nos atropella la presencia de las sequías o las inundaciones, pareciera que no hay políticas, desde el más alto gobierno hasta las administraciones municipales para generar acciones que ayuden a las poblaciones a enfrentar estas crisis. Y las soluciones en buena parte están dadas. Ya se conocen las regiones que más padecen las lluvias, en tiempos de sequía perfectamente se pueden construir reservorios de capacidad adecuada para tener el agua que se necesitará en las épocas de sequía y así proteger los cultivos y las ganaderías.

Si se dan tratamientos adecuados de purificación de estas aguas, también se puede suplir de forma provisional, el servicio de acueducto a las poblaciones cercanas. Estas ideas los pueblos pre Incas ya los habían diseñado y puesto en práctica.

Otras de las protecciones a la población y sus centros de vivienda y trabajo, es la necesidad de arborizar con especies nativas y propias de cada lugar, para tener bosques, solo que esta medida tarda cerca de tres décadas o más para consolidar un sistema biodiverso de naturaleza que cuida el agua y el suelo. Hoy, después de grandes devastaciones de los bosques nativos, nos damos cuenta del valor de estos gigantes, desafortunadamente no son tan inmediatos como nos tienen acostumbrados la tecnología que hemos desarrollado a nuestro alrededor.

Las ciudades en su crecimiento gigantesco pareciera que renuncian a lo verde, con lo que se genera más calor, se pierde la frescura de bosques, protección del agua que corre de forma natural por estos territorios que el urbanismo ha encementado, dificultando aún más las posibilidades de protección y recuperación de la vida natural y de ecosistemas sostenibles que nos pueden brindar un mejor vivir.

Cada vez que se presentan estas crisis se hacen declaraciones a todo nivel, en la realidad nos enfrentamos a El Niño y La Niña de la misma forma y con los mismos resultados, desastres ambientales, ruina económica, pérdida de vidas e infinidad de lamentaciones y sobre costos en los servicios públicos domiciliarios en las ciudades.

Desde el ciudadano común y corriente la previsión es la clave. Tanques para agua de reserva adecuados, uso de sistemas fotovoltaicos domiciliarios, mejor uso del agua para hacerlo de forma circular y no perder nada del preciado líquido. Entender que cada vez serán más complejos por la crisis ambiental que estamos viviendo en este Antropoceno. También podemos hacer un aporte para superar estos fenómenos climáticos

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