Cada época tiene sus retos, y en este momento que estamos viviendo, tampoco se es indiferente a esta aseveración. Los cambios no son solo tecnológicos, que es lo que más vemos a primer momento. Es más, pasan tan rápido y se integran a nuestras rutinas que ya no nos maravillamos, sentimos que son parte de la normalidad.
El tema social y cultural, si que ha traído más de una pregunta e inquietud en nuestras vidas. El trabajo ya deja en muchos casos los escenarios de las factorías y oficinas. Ahora es muy frecuente ver a las personas con sus portátiles, tomando un café y trabajando desde una cafetería, y son trabajos de responsabilidad, debidamente regulados por un contrato laboral. Las factorías al igual que las oficinas comienzan a albergar menos personas, las primeras por la robotización o el cierre definitivo por realidades del mercado. Las segundas, son una carga financiera costosa, de difícil recuperación, y que no ayudan mucho a la hora de salvar una empresa, a menos que las vendan y recuperen algo de capital.
Las formas de trabajo cambian de manera constante y que difícil resulta para las generaciones nacidas a mediados y finales del siglo pasado adaptarse a estas realidades laborales. Estas formas de trabajo exigen formación, desarrollo personal a través de una constante capacitación y de las capacidades personales para poder estar a tono con las exigencias de la tecnología, los mercados laborales y en general de la economía global.
El asunto se complica aún más ante las líneas que se están trazando en lo social y cultural. La construcción de una familia tradicional, ya no es un plan de vida. Hoy se viven en noviazgos, hasta donde aguanten. Tener hijos es un despropósito porque complejizan las actividades profesionales o laborales de la pareja. Nos acompañamos, vivimos una sexualidad, algunas veces compartida con otros, y en general lo que interesa es sentirse acompañado. Si el tema no resulta, se separan sin ningún problema, porque legalmente se han dejado todo claro al comienzo de la relación, y los más pragmáticos hacen documentación legal al tema.
Hoy viajar es una forma de vida, rentable, agradable, visible en las redes sociales y que ha creado en las últimas décadas todo un mercado de vehículos, equipos, y formas de generar recursos a través de la Web. Y así pasan buena parte de sus vidas recorriendo mundo, publicando libros y vendiendo accesorios y ropa en línea.
Como ahora el tema de género se convirtió en un panorama de gustos, con respaldo científico y comercial, la familia queda anticuada, antifuncional y fuera de las opciones más recurrentes de los jóvenes.Junto a ello la separación es la primera alternativa frente a las crisis de pareja, finalmente no hay lazos verdaderos que los una y de alguna forma los obliguen a luchar por esa unión. Esto implica dos condiciones que generan una gran cantidad de variables sociales, comerciales y económicas.
El número de nacimientos en realidad están decayendo, con ello sectores como la educacion, caso Colombia, comienza a declinar, simplemente los cursos son cada vez más pequeños al punto que es insostenible la institución escolar. Esto se proyecta en todos los niveles, desde el jardín de infantes a la universidad, finalmente es una cadena de estudiantes, y al faltar un eslabón, la cadena se rompe.
La otra realidad es el aumento desmedido de mascotas, que se ha convertido en un lucrativo mercado de alimentos, accesorios y servicios veterinarios. Es más, los profesionales de la salud animal se orientan a especializarse en mascotas, abrir su clínica y atender esa creciente fauna domesticada urbana. Pero no hay que engañarse, allí no todo es felicidad. El abandono de animales, especialmente perros, se convierte en un serio problema, realidad que vive y que han estudiado en Chile, ante la agresión de los canes a especies silvestres en distintas regiones del país.
Todo está cambiando y así seguirá, finalmente cada época lo hace, para bien o para mal del planeta y sus habitantes. Cada forma cultural marca y representa una realidad determinada. Si esto es así, que nos dice las artes populares como la música, el vestuario, la comida, las relaciones interpersonales y de manera especial, el reconocernos como seres humanos, definidos o en la ambigüedad de argumentaciones a veces no entendibles de lo que se supone somos.
Las nuevas generaciones, los que ya nacieron y los que estarán hacia el futuro próximo, qué podrían esperar de la sociedad que los ha llamado a la vida, en una época que se está construyendo a velocidades casi imperceptibles, enmarcadas en una crisis climática que para muchos ya no tiene retorno, en guerras por territorios que eran comprensibles en siglos pasados pero no en estos tiempos, en batallas comerciales entre occidente y oriente, herencia de los imperios pasados y en una destrucción inalterable de los esquemas sociales que nos han traído hasta aquí en la historia de este planeta. Todo cambia, y lo hará el planeta y no precisamente a favor del Homo Sapiens.