Quizás el invento de la ciudad, por lo menos en occidente, se puede ubicar en los tiempos feudales, donde el castillo era rodeado por otras viviendas de los vasallos que elaboraban buena parte de los artículos de uso diario, y que eran vendidos o intercambiados en los días del mercado, cuando llegaban los campesinos a tributar al señor feudal.
La Revolución Industrial cambió toda esa dinámica, y la ciudad aparece con gran poder porque es allí donde el mercantilismo como idea económica se fortalece y a demás da pauta a la creación de verdaderas industrias, ya no solo para el consumo interno, también para la exportación de productos manufacturados. Casi siempre con materiales traídos de las colonias, como se marco bajo los imperios españoles y británicos, éste último cambió para siempre el comercio, la explotación de tierras lejanas al centro administrativo y se considera el imperio más grande que haya existido recientemente.
La idea de la ciudad, el albergue para los trabajadores, para los industriales, el comercio, la banca y el gobierno, requirió grandes transformaciones del lugar donde se estableció. Más allá de los edificios, se formaron barriadas que requerían agua potable, alcantarillado, fuentes de energía para uso diario, vías de transporte y medios para agilizar los desplazamientos. Pero ese crecimiento, muchas veces como resultado de la necesidad y no de la planeación urbana ha generado grandes destrucciones ambientales, que a la fecha son irrecuperables.
Cada mega ciudad ha tenido que desplazar bosques, ríos y otras fuentes de agua, inmensa cantidad de animales de todas las especies, y en muchos casos ha extrapolado la existencia de otros como los roedores, y ahora las mascotas caninas y felinas. En la realidad del citadino no se ha enterado de lo que significa vivir en una urbe que consume sin parar agotando recursos, desperdiciando otros y contaminando de una forma inmisericorde todo a su alrededor.
Hay ciudades muy ordenadas, limpias, con buena foresta y jardinería, mientras que hay otras que viven en el caos permanente, desordenadas, sucias, mal olientes y cubiertas por un aire enrarecido por los gases de fabricas y vehículos que la hacen pesada y agotadora. Muchas de las ciudades latinoamericanas tienen ese comportamiento. Y es el Dr. Manuel Rodríguez Becerra, exministro colombiano, investigador, académico e ingeniero industrial quien en su obra «Nuestro Planeta Nuestro Futuro» publicada hace algunos años nos acerca a las realidades y al futuro, por demás bastante complejo, de nuestro país frente a la crisis climática.
En este aparte de una entrevista nos relata lo que son las ciudades y los riesgos que genera su constante crecimiento sin control aparente.