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La interdependencia en materia de salud entre las personas, los animales, las plantas y el medio ambiente es innegable

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El enfoque de “Una sola salud” reconoce este intrincado entramado de la vida. Concebido para equilibrar y optimizar de forma sostenible todos los componentes de nuestro ecosistema, este enfoque holístico apela a diferentes sectores, disciplinas y comunidades para que colaboren con el fin de fomentar el bienestar y hacer frente a las amenazas para la salud y los ecosistemas.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMA), promueve el enfoque de “Una sola salud” con el fin de prevenir, detectar y controlar la propagación de patógenos y enfermedades entre los animales, las personas y el medio ambiente.

El enfoque de la FAO de “Una sola salud” también contribuye a la transformación del sistema agroalimentario mediante la eliminación de amenazas como las plagas y enfermedades de los animales, las plantas, los animales acuáticos y los bosques, que reducen la productividad, ponen en peligro la biodiversidad y amenazan los medios de vida.

He aquí tan solo cinco de las muchas cuestiones que la FAO combate mediante el enfoque de “Una sola salud”:

Resistencia a los antimicrobianos

La resistencia a los antimicrobianos es la capacidad de los microorganismos para subsistir o crecer en presencia de medicamentos que tienen como objetivo inhibirlos o matarlos. Su aparición y propagación se aceleran como consecuencia de la actividad humana, principalmente el uso incorrecto y excesivo de antimicrobianos como tratamiento, prevención o control de enfermedades en personas, animales y plantas.

Por ejemplo, si bien ahora se desaconseja, una práctica común consistía en añadir antimicrobianos a los piensos para estimular el crecimiento y la producción, a pesar de que hasta un 80 % de esos antimicrobianos se excreta en el agua y el suelo. Los microorganismos presentes en el medio ambiente que ofrecen una resistencia natural a esos antimicrobianos propagan a su vez esa resistencia a otras bacterias y hongos que provocan enfermedades.

Uso excesivo de fertilizantes y plaguicidas sintéticos

Unos ecosistemas edáficos sanos y con biodiversidad contienen una gran cantidad de organismos de gran valor y contribuyen a producir plantas sanas. Sin embargo, el uso excesivo de plaguicidas sintéticos puede reducir las poblaciones de insectos beneficiosos que controlan de forma natural las plagas y polinizan las plantas. Esto altera el equilibrio ecológico y crea unas condiciones propicias para el rebrote de plagas y la aparición de insectos resistentes a los plaguicidas.

El Manual de compostaje del agricultor, es una guía de aprendizaje de la FAO sobre la elaboración de productos sanos e inocuos que pueden utilizarse para cultivar plantas más sanas y menos susceptibles a las plagas. En el manual se recogen varios estudios de casos de América Latina, como la producción de abono orgánico a partir de excrementos de cerdo en Colombia, o el uso de restos de frutas y hortalizas, hojas verdes y cenizas vegetales para producir compost en bidones de plástico en el Paraguay.

Degradación del suelo

Cerca del 95 % de nuestros alimentos se producen en o sobre los suelos. No obstante, las prácticas agrícolas convencionales, como la labranza, pueden deteriorar sus propiedades físicas, químicas y biológicas. Labrar el suelo puede provocar su compactación, una disminución de la absorción de agua y una reducción de la materia orgánica. El uso excesivo o inadecuado de fertilizantes, la maquinaria pesada y el agua de riego de baja calidad pueden provocar la degradación del suelo.

Gracias al Mapa mundial sobre el potencial de fijación de carbono orgánico del suelo, los expertos pueden identificar dónde conviene adoptar prácticas de gestión sostenible de los suelos para aumentar sus reservas de carbono. El mapa también está diseñado para que los encargados de la formulación de políticas lo puedan utilizar como fuente de información a la hora de abordar la adaptación al cambio climático.

Enfermedades zoonóticas

Muchas de las enfermedades que se originan en los animales pueden contagiarse a los humanos por contacto directo. Se denominan “enfermedades zoonóticas” y pueden tener consecuencias nefastas para la salud humana.

Por ejemplo, la rabia es una enfermedad vírica mortal que se transmite de los animales a los humanos, en la mayoría de los casos a través de mordeduras o arañazos. No tiene cura, pero puede prevenirse mediante la vacunación.

Pandemias

La conexión entre la salud del medio ambiente, las plantas, los animales y las personas se ha hecho más patente a lo largo de los años debido a la expansión de las poblaciones humanas a nuevos territorios y a los cambios en el clima y el uso de la tierra.

El auge de los viajes y el comercio internacionales durante decenios ha desdibujado las fronteras, facilitando la propagación de enfermedades a escala mundial, y epidemias y pandemias recientes como la de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) nos recuerdan hasta qué punto se interrelacionan la salud humana, animal, vegetal y medioambiental.

Estas son solo algunas de las cuestiones que se contemplan en el enfoque de “Una sola salud”. También resulta clave en sectores como el de la actividad forestal y el agua, y desempeña un papel fundamental en el Codex Alimentarius, un conjunto de normas, directrices y códigos de prácticas internacionales concebidos para garantizar que los alimentos sean inocuos y puedan comercializarse. Tenemos un solo planeta. Este enfoque es un recordatorio de que también tenemos “Una sola salud”.

Fuente: ONU

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