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Cuando el agua se vuelve un bien escaso y la electricidad otro tanto

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Lo hemos vivido en varias ocasiones y en todo el continente, la solución está en las manos de los ciudadanos, los gobiernos siempre llegan demasiado tarde.

En líneas generales Suramérica es un continente verde, claro con las excepciones de Perú, Chile, una parte de Bolivia y Argentina, pero de alguna forma logran adaptarse a esas zonas desérticas en donde o bien hay oasis o la cordillera de Los Andes les procura agua a través de las nieves y glaciares.

La zona ecuatorial de nuestro continente, que no tiene estaciones, sí ciclos de mayor o menor pluviosidad, está cambiando de forma drástica ocasionada por la crisis climática que altera la fuerza de los efectos del El Niño y de La Niña. Se suma la inclemente deforestación y destrucción del sistema amazónico que no solo se da en Brasil, también en Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, lo que está alterando de forma vital la realidad de estos bosques y sus ecosistemas, que se han catalogado como los pulmones del mundo.

Hoy, cuando se publican posibles recortes de energía eléctrica y de agua potable domiciliaria, nos damos cuenta de que durante décadas hemos atentado y destruido todo un ecosistema que nos permitía literalmente desperdiciar agua y energía en cantidades representativas. Nadie en nuestras ciudades se preocupaba por evitar el despilfarro, hasta fiesta con el líquido en los carnavales como sucede en el Caribe colombiano.

Ya Colombia lo había experimentado en 1992 a causa del fenómeno de El Niño y como siempre se prometieron reformas y políticas de producción energética. Lo complejo es que se hicieron a partir de formas que a la larga no dan mejores resultados. Las hidroeléctricas dependen del agua y ya sabemos lo que está sucediendo hoy. Las termoeléctricas funcionan con combustibles fósiles y carbón que son costosos y altamente contaminantes. No se vislumbró el cambio que se requería desde ese momento hasta hoy.

En el caso de la Costa Atlántica, donde el servicio de energía eléctrica es una necesidad innegable por las altas temperaturas que se viven allí, es además de extremadamente costosa, ineficiente y un atentado a la seguridad por la cantidad de tomas fraudulentas que se hacen a la red por parte de inescrupulosos usuarios. En esta zona se tienen dos fuentes básicas de energías verdes: el sol que es igual todo el año y el viento que es más o menos fuerte en algunos meses, pero igual hay corrientes todo el año.

La solución está a la vista, pero su desarrollo se ha enfrentado a otros planteamientos e intereses políticos y empresariales. Solo se han desarrollado tímidas acciones, casi de emergencia, en los dos últimos gobiernos. La burocracia, las poblaciones raizales y en general todo un sistema paquidérmico y saboteador de sí mismo, no han entendido ni ayudado a que las energías fotovoltaicas sean una realidad en ciudades capitales como Riohacha, Santa Marta, Barranquilla, Cartagena y eso sin contar con las poblaciones de lo que se denomina el Caribe Sabanero.

El tema energético es solucionable en un país con sol todo el año, aún en las ciudades ubicadas en las cordilleras, allí brilla aún en tiempos de lluvias, porque en esta parte del planeta no sucede como en los países del norte de Europa, o el mismo Canadá que oscurece más temprano, hay meses de verdadera penumbra y la temperatura lumínica es menor.

¿Qué hacer ahora? La respuesta está en los mismos ciudadanos. Hoy la tecnología fotovoltaica ofrece muchos productos diseñados para proporcionar iluminación sin necesidad de inmensos paneles, más por el contrario, se ofrecen formatos más pequeños, eficientes y con los bombillos led la apuesta se cumple: energía solar en casa o en apartamentos.

Si quiere suplir la energía de electrodomésticos como refrigeradores, lavadoras, hornos microondas y cuanta olla o parrilla eléctrica se le ocurra, aquí el tema es potencia, eso implica paneles más grandes, acumuladores o unirse al sistema eléctrico ya estable . Por ahora, la urgencia es no quedarnos a oscuras, y no solo en casa. En las zonas comunes de conjuntos residenciales es la oportunidad para cambiar luminarias convencionales por aquellas que tienen su propia celda, y que en algunos lugares de nuestras ciudades se están implementando.

Quizás esta emergencia nos pueda ayudar, desde la ciudadanía, a dar un salto adelante, acción que las administraciones, tanto anteriores como las presentes, no lo hacen de forma eficiente y eficaz. Se mueven entre medio muchos intereses, la energía finalmente es dinero manejado por multinacionales o entidades gubernamentales. Esto es igual en cualquier país en nuestro continente.

La opción, como siempre, se enmarca en dos variantes básicas: voluntad y dinero. Si hace cálculos de cuánto puede bajar su factura del servicio eléctrico domiciliario, se dará cuenta de que los fotovoltaicos hacen lo suyo a favor de su economía.

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