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Un efecto global y local que también nos toca a la puerta

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La desertificación es un problema global que afecta el 45% de la superficie terrestre , lo que se manifiesta por la pérdida de tierras cultivables, los expertos aseguran que la inversión en la restauración de tierras, procesos agroecológicos junto con el uso de energía sostenible, son opciones rentables para mitigar este fenómeno.

La desertificación, que es un efecto mundial, causa repercusiones como la sequía, la migración forzada y la reducción del acceso a alimentos. En Suramérica, estas consecuencias se sienten de manera particularmente aguda debido a la diversidad de ecosistemas y la dependencia de muchos países de la agricultura. Para enfrentarla efectivamente, es esencial abordar el problema desde los niveles de políticas y decisiones globales y de la acción local para mitigar sus efectos .

Si las personas ya no pueden producir alimentos en sus tierras, se verán obligadas a emigrar, lo que puede tener graves consecuencias para la seguridad mundial. La competencia por el acceso a la tierra y al agua generan conflictos, afectando la homogeneidad de las comunidades y las economías nacionales.

Se estima que hasta el 50% del PIB mundial podría perderse de aquí a 2050 debido a los problemas relacionados con la agricultura y la producción de alimentos, a menos que se aborde la cuestión de la pérdida de tierras y la desertificación. En Suramérica, este fenómeno afecta especialmente a regiones como el Gran Chaco y el noreste de Brasil.

En lo que respecta a las tierras áridas y la desertificación, se calcula que el 45% de la superficie terrestre está afectada por este fenómeno y cerca de 3.200 millones de personas, es decir, un tercio de la población mundial, sufren esta realidad. Cada año se degradan cien millones de hectáreas de tierra, una superficie equivalente al tamaño de Egipto. Es necesario restaurar 1.500 millones de hectáreas de tierra para revertir los efectos de la desertificación.

Una de las soluciones clave para enfrentar el deterioro de los suelos cultivables es la mejora de las técnicas agrícolas. Esto incluye prácticas sostenibles que reduzcan el impacto de la agricultura en la tierra. En Suramérica, técnicas como la agroforestería, la agroecología, la rotación de cultivos y el uso de cultivos de cobertura pueden ser efectivas. Estas prácticas ayudan a mantener la fertilidad del suelo con lo que se logra aumentar la productividad agrícola.

La agroecología, como ciencia y práctica, juega un papel crucial en la protección del suelo cultivable, del agua y del medio ambiente rural. Este enfoque integra principios ecológicos en el diseño y manejo de sistemas agrícolas sostenibles donde se promueve la biodiversidad, mejora la fertilidad del suelo y utiliza métodos naturales para controlar plagas, enfermedades y la producción de abonos en una economía circular que aumentan la capacidad para retener agua y nutrientes sin usar agroquímicos.

Promueve el uso eficiente del agua mediante técnicas como la captación de agua de lluvia, el riego por goteo y la gestión integrada de cuencas, prácticas que ayudan a conservar el agua, especialmente en regiones áridas y semiáridas.

Los sistemas agroecológicos son más resilientes a los cambios climáticos extremos debido a su diversidad y adaptabilidad ya que soportar sequías, inundaciones y otros fenómenos climáticos extremos. La inclusión de diferentes especies de plantas y animales mejora la estabilidad del ecosistema y proporciona servicios ecológicos como la polinización y el control biológico de plagas.

En Suramérica, la agroecología ha demostrado ser una estrategia efectiva para combatir la desertificación y promover el desarrollo sostenible. Iniciativas agroecológicas en países como Colombia, Brasil, Argentina y Perú han mostrado resultados positivos en términos de mejora de la productividad agrícola y conservación de los recursos naturales.

Junto a esta forma de trabajar los cultivos, hoy las fuentes sostenibles de energía, como la solar y la eólica, ayudan a las comunidades a revertir la desertificación y la pérdida de tierras. Este tipo de energía permite la cosecha de agua, el almacenamiento y procesamiento y la reducción de la pérdida de alimentos, creando cadenas de valor a nivel local. El uso de represas, la generación a través del consumo de combustibles fósiles afectan directamente el suelo, las aguas y en general todo el ecosistema. El sol y el viento son protagonistas de cambios importantes para la generación de energía en regiones campesinas y rurales apartadas.

La restauración de tierras degradadas es esencial para proporcionar más seguridad alimentaria y reducir los conflictos, no es una actividad cara, pero si absolutamente necesaria. Se estima que cada dólar invertido en la restauración de tierras puede generar hasta 30 dólares en beneficios económicos, lo que hace que la inversión en actividades de restauración sea rentable desde el punto de vista económico.

La responsabilidad de enfrentar la desertificación no recae solo en las comunidades locales, sino también en los gobiernos y de forma especial en el sector agroindustrial y de monocultivos extensivos. Esta forma de producción es uno de los mayores impulsores del mal uso de la tierra en el mundo.

Es crucial que los gobiernos y el sector privado colaboren para promover prácticas agrícolas sostenibles y reducir la presión sobre las tierras. Las políticas públicas deben enfocarse en reducir las subvenciones a las actividades agrícolas que dañan el medio ambiente y dirigir esos recursos hacia prácticas sostenibles.

Además hay que considerar que los actuales y futuros fenómenos climáticos extremos tienen graves repercusiones en la tierra, las comunidades y las economías locales. No se puede proteger la biodiversidad o la tierra sin abordar la cuestión climática y viceversa.

Algo más que el espectáculo de la recuperación de autos viejos

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Desde el entretenimiento en Youtube a un mundo del desperdicio y del consumo sin límites, la industria automotriz

Parte del sueño americano y del consumo que se ha impuesto por décadas la compra de un vehículo automotor es una meta por lograr. Esto en realidad implica préstamos bancarios, trabajo extra para pagar las cuotas y en muchos casos la perdida del vehículo y del capital por circunstancias indeseables para los poseedores de esas deudas que no pudieron librar.

Cada año se ofrecen en el mercado variedad de modelos y tendencias, y nuevamente se vuelve a promover con campañas de publicidad que invitan al cambio del modelo que recién han comprado. Esto que se pensaría que es solo en los mercados norteamericanos, europeos y asiáticos, se da también en Suramérica. No es de extrañar en países que tienen esta industria como Argentina, Brasil y México, infinidad de vehículos aparcados en abandono, pero con matrícula, que bien se podrían chatarrear, aún así siguen ocupando espacios en calles o en lotes esperando un mejor destino.

En años recientes, el mercado de vehículos automotores ha experimentado fluctuaciones significativas debido a factores como la demanda del consumidor, cambios en la regulación y políticas ambientales, así como innovaciones tecnológicas con los vehículos eléctricos y autónomos, que por ahora dejan un gran interrogante en su durabilidad, reparación y venta de segunda mano.

En un mundo dominado por la rápida obsolescencia y el consumo desmedido, los vehículos que podrían seguir siendo funcionales se vuelven desechables, contribuyendo al desperdicio de recursos y al impacto ambiental negativo.

Muchos autos que son abandonados por sus dueños aún están en condiciones relativamente buenas para ser utilizados, pero son descartados debido a razones que van desde modas cambiantes hasta problemas económicos personales o legislaciones que impiden su circulación. Esta tendencia se ve exacerbada por la cultura de consumo que promueven las grandes industrias automotrices americanas y europeas, las cuales fomentan el reemplazo frecuente de vehículos como parte de sus estrategias comerciales.

La restauración y recuperación de autos abandonados es un fenómeno creciente que pone de relieve tanto las oportunidades como los dilemas éticos y ambientales de nuestra sociedad contemporánea. Son los Youtubers y otros creadores de contenido en plataformas digitales los que han desarrollado un nicho significativo al mostrar el proceso de restauración de estos autos abandonados.

Las historias van desde la recuperación del vehículo, en lugares algunas veces insólitos, un simple lavado y brillado hasta reparaciones mecánicas complejas. Estos vídeos no solo entretienen a una audiencia ávida de contenido visual, sino que también subrayan el potencial desperdiciado de los vehículos que podrían haber sido revitalizados y utilizados por más tiempo.

El fenómeno de la restauración de autos abandonados revela una paradoja cultural y económica. Por un lado, se evidencia el derroche inherente a la sociedad de consumo, donde la conveniencia y el deseo de novedad a menudo superan la consideración por la durabilidad y la sostenibilidad.

Los videos por otro lado, argumentan que esta labor del reacondicionamiento genera empleo, impulsa el comercio de repuestos, herramientas y promueve avances en ingeniería y tecnología automotriz.

Sin embargo, detrás de esta aparente justificación económica, subyacen cuestiones más profundas sobre el uso responsable de recursos y la gestión de residuos. La sociedad contemporánea está cada vez más consciente de la necesidad de reducir la huella ambiental y promover prácticas de consumo más sostenibles. En este contexto, la restauración de autos abandonados plantea preguntas cruciales sobre cómo equilibrar el progreso económico con la responsabilidad ambiental y dejar de ser una moda en las plataformas de videos.

Es innegable que la industria del automóvil, tanto en su producción como en su consumo, representa una parte significativa del presupuesto y la economía de muchos países. Sin embargo, el enfoque tradicional en el crecimiento económico sin límite pasa por alto los costos ambientales y sociales a largo plazo asociados con el desperdicio y la obsolescencia programada.

La popularidad de los vídeos de restauración de autos abandonados refleja una fascinación contemporánea por la artesanía, la ingeniería y la nostalgia. A medida que más personas se interesan por restaurar y preservar vehículos abandonados, también surge un movimiento hacia la valorización de la durabilidad y la calidad sobre la simple novedad y el consumo efímero.

Para algunos, la restauración de autos abandonados es más que una afición; es un acto de resistencia contra la cultura del descarte y una declaración a favor de la conservación de recursos. Al rescatar y revitalizar vehículos que de otro modo serían chatarra, estos entusiastas no solo están creando valor económico y cultural, sino que también están promoviendo un enfoque más consciente y reflexivo hacia el consumo y la sostenibilidad.

Mientras algunos celebran la capacidad de generar empleo y estimular la economía con la venta de autos nuevos, otros cuestionan el costo ambiental y ético de un sistema que prioriza el crecimiento económico a expensas de la sostenibilidad a largo plazo. En este contexto, los youtubers y otros creadores de contenido desempeñan un papel crucial al poner en primer plano estas discusiones y alentar un debate más amplio sobre el uso responsable de recursos en el mundo moderno.

Del buen uso que hagamos de esta inversión que no es pequeña, podemos ayudar a conservar mejor los recursos que usa la industria automotriz y no hay que dejar de lado, que ésta también tendrá que acomodarse a una nueva visión de lo que representa ese gasto en generaciones más atentas a la vida del planeta, al uso de movilidades sostenibles, del transporte público y que ya no encuentran tan atractivo el auto de moda, prefieren la sencillez y la libertad que implica vivir si ataduras y gastos onerosos que se pueden evitar.

Realidades que llaman a la acción de gobiernos, consumidores y productores a nivel global

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La existencia humana parte del hecho que somos parte de un proceso donde todas las expresiones de vida son importantes.

La crisis climática incide en todas las áreas de economía mundial, el exceso de lluvias torrenciales, o de sequías extremas hacen que la supuesta normalidad climática sea un anhelo más que una realidad, y con ello todos los niveles de producción, comercialización y consumo se ven afectadas de forma importante en el planeta.

Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en los últimos 12 meses se han registrado temperaturas medias globales por encima de los 1,5 grados centígrados, poniendo a millones de personas en riesgo en su salud debido a olas de calor más frecuentes y severas, sequías extremas y el aumento del nivel del mar.

OMM, asegura que existe un 47% de probabilidad de que la temperatura media mundial entre 2024 y 2028 supere en 1,5 °C los niveles preindustriales, un incremento respecto al 32% del informe del año pasado. Además, la probabilidad de que la temperatura media anual del planeta supere temporalmente este umbral en al menos uno de los próximos cinco años se eleva al 80%.

También indica que hay un 86% de probabilidades que al menos uno de estos años se establezca un nuevo récord de temperatura, superando a 2023, actualmente el año más cálido registrado. De hecho, de junio de 2023 a mayo de 2024, la temperatura media mundial fue la más alta registrada, con 1,63 °C por encima de la media preindustrial de 1850.

Sin embargo, ya estamos viendo efectos devastadores con los niveles actuales de calentamiento global: olas de calor, precipitaciones y sequías más extremas, la reducción de las capas de hielo y glaciares, la aceleración del aumento del nivel del mar y el calentamiento de los océanos. La diferencia entre un aumento de 1,5° y 2° puede determinar la extinción de comunidades costeras y pequeños Estados insulares.

Ko Barrett, Secretario General Adjunto de la OMM, enfatizó que los 1,5° no son una meta, sino un límite físico, y advirtió que estamos lejos de cumplir los objetivos fijados en el Acuerdo de París. Y António Guterres, Secretario General de la ONU, comparó nuestra situación con «jugar a la ruleta rusa» con el planeta y llamó a una acción inmediata para limitar el aumento de temperatura a 1,5 grados, destacando que la batalla se ganará o perderá en esta década bajo la vigilancia de los líderes actuales

Esta realidad climática ha obligado a paises y empresas a buscar fuentes de alimentos en cultivos de peces para el consumo. La industria acuícola mundial alcanzó un récord histórico en 2022, llegando a 223,2 millones de toneladas, un 4,4% más que en 2020, según un informe de la FAO. Por primera vez, la producción acuícola de animales superó la pesca de captura, representando el 51% del total. América Latina y el Caribe aportaron el 8% de esto

A pesar de estos logros, el director general de la FAO, Qu Dongyu, subrayó la necesidad de acciones transformadoras y adaptativas para fortalecer la eficiencia, inclusividad, resiliencia y sostenibilidad de los sistemas alimentarios acuáticos.

Es crucial fomentar la gestión eficaz y sostenible de todas las pesquerías y la intensificación de la acuicultura para mejorar la seguridad alimentaria, erradicar la pobreza y utilizar los recursos naturales de manera sostenible. Mario Lubetkin, representante de la FAO para América Latina y el Caribe, destacó la importancia de políticas específicas, transferencia de tecnología, desarrollo de capacidades e inversión responsable para impulsar la acuicultura sostenible en el continente.

Hay que tener en cuenta que la variación que están teniendo las aguas oceánicas en temperatura, salinidad y otras condiciones están alterando de forma grave la pesca industrial, que además ha generado sobre pesca de especies en diferentes mares dañando profundamente los biosistemas marinos.

Aún así y desde la perspectiva económica, la pesca de captura en América Latina y el Caribe produjo 12,8 millones de toneladas, representando el 14% del total mundial del 2022, y para lograr niveles de competencia internacional necesita aumentar su oferta en un 13% adicional para acercarse al promedio mundial. Cabe preguntarse a qué costo en estos biosistemas altamente explotados.

Considerando el marco económico el sector de la pesca y acuicultura empleaba aproximadamente 61,8 millones de personas en el sector primario, con 2,3 millones de personas trabajando en América Latina. Y en la comercialización los alimentos de animales acuáticos proporcionan proteínas de alta calidad y nutrientes clave, aportando el 20% del suministro per cápita de proteínas de todas las fuentes animales a 3200 millones de personas.

Y dadas las condiciones climáticas globales además de la inestabilidad que generan las dos guerras que marcan la atención y los intereses geopolíticos, el índice de precios de la comida aumentó por tercer mes consecutivo, los precios mundiales de los cereales para exportación aumentan debido a preocupaciones sobre condiciones de cultivo desfavorables y daños en infraestructuras de transporte en el Mar Negro. Los precios del maíz también subieron debido a problemas de producción en Argentina y Brasil, junto con una fuerte demanda.

Los productos lácteos registraron un incremento del 1,8% impulsado por la demanda estacional y expectativas de menor producción en Europa occidental y Oceanía. En los mercados de carne, las de aves de corral y bovino bajaron, mientras que las de cerdo y ovino subieron, manteniendo el indicador mensual estable.

Los aceites vegetales bajaron un 2,5% en mayo debido a un aumento en la producción estacional de aceite de palma, compensando las subidas en los precios de soja, colza y girasol. El azúcar disminuyó un 7,5%, alcanzando su nivel más bajo desde enero de 2023, gracias a condiciones propicias en Brasil que mejoraron las perspectivas de oferta mundial.

Con estos datos del panorama climático, la economía y la alimentación comprendemos que van de la mano y en la medida que la crisis se profundice las situación será más crítica para todos. Es necesario orientar mejor nuestros gastos, gustos, consumos y tener en cuenta que hacemos parte de esta realidad que tiende a agudizar.

Pacas Silva, más que una forma de lograr humus, es hacer sociedad buscando el bien común

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La naturaleza nos ha mostrado como lograr, de forma eficiente y ambientalmente sana, producir humus, esa tierra de característico color negro que permite tener plantas y jardines sanos y productivos. Guillermo Silva Pérez con su ingenio y la observación del proceso digestor que hace la naturaleza promovió esta técnica, que en el caso de Bogotá, tiene sus fans que ayudan a la conservación de parques públicos y a un proceso social muy importante: la solidaridad y el empoderamiento de las responsabilidades cívicas para un mejor vivir en una ciudad gigante con problemas de igual tamaño.

Conversamos con uno de estos grupos que nos comparten su experiencia y como han entendido el cuidado del planeta desde las cocinas de sus viviendas disponiendo de forma adecuada los residuos orgánicos para dar vida al planeta verde en el que vivimos.

Lo bueno de compartir construyendo comunidad y defendiendo la vida verde en la ciudad.

En tiempos de violencia intrafamiliar dos textos que nos acerca a esta realidad

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“La violencia me hizo víctima, el valor me convirtió en vencedora” Victoria Zambrano.

No hay día en el que no se denuncie el maltrato a las mujeres y a los menores de edad en cualquier lugar del mundo. Países como Argentina, Colombia, México presentan cifras realmente preocupantes con respecto a esta realidad. Pero, ¿qué es lo que la origina? Indudablemente es un patrón de conducta que se recicla constantemente en el núcleo familiar, pues es allí donde se desarrolla el sentido social, el respeto, la dignidad, la no violencia e inteligencia emocional para resolver problemas, si no se siembra esto en las conductas de sus miembros, tenemos la tragedia diaria de las noticias de violencia intrafamiliar.

Cuando se forma una familia y no se atiende de forma debida estas realidades, es más se trata de ocultar circunstancias violentas o simplemente se naturalizan, y si las dos parte han vivido en esos escenarios de violencia, el ciclo continúa hasta llegar a situaciones penales absolutamente lamentables. Ante estas trágicas realidades la abogada María Victoria Zambrano Ibarra, representa a las víctimas ante el Consejo Distrital de Bogotá para la Atención Integral a Víctimas de Violencia y Explotación Sexual y ante la Asociación Afecto Contra el Maltrato Infantil.

Ha escrito dos libros La Violencia de puertas para adentro y Te cuento un cuento para que no comas cuento. El primero busca comprender y reflexionar, desde su mirada, las batallas internas que se libran ante el maltrato infantil, abuso sexual, violencia física, emocional y psicológica. Es un libro basado en historias de la vida real que muestran las causas, efectos, factores de protección y curativos que contribuyen al proceso de recuperación de las víctimas de violencia intrafamiliar, dirigido a quienes han sufrido este flagelo, sus familias, estudiantes y profesionales pertenecientes a la red de protección y atención.

El segundo libro está dirigido a los niños, es un texto práctico, didáctico e ilustrado, que contiene cinco cuentos basados en historias de la vida real, además de espacios y actividades para que los lectores puedan expresar, a través de dibujos o palabras, los sentimientos, preocupaciones, situaciones y demás circunstancias relacionadas con los hechos descritos en las narraciones. Es un libro que propicia espacios de reflexión en familia y motiva el acompañamiento en la lectura de temas que a los adultos les resulta difícil tratar con niños y adolescentes.

María Victoria Zambrano Ibarra, al haber sido víctima de violencia intrafamiliar y abuso sexual infantil y especialmente, al ser una sobreviviente que fue capaz de transformar las experiencias dolorosas en aspectos positivos para su vida, incide en la de los demás de una manera positiva y resiliente, es decir, desde la capacidad de resignificar el pasado y construir a partir de las cenizas; utilizando el arte, la escritura, el dibujo, el teatro y la música, como recursos, donde se puede expresar el mundo a través de colores e ideas creativas junto a un proceso psicológico necesario hacia el camino de la sanidad y paz interior.

Por eso es importante conocer realmente a las personas con las que se considera formar una familia, entender el esquema familiar en la que se ha formado, si hay señales de maltrato, que no necesariamente es físico, el emocional es igualmente traumático, es mejor dejar pasar esa posible unión y evitar serios problemas, tanto de la pareja como de los hijos que se puedan concebir en esa relación. Y aquí sí que es válido el conocido dicho: «más vale solo que mal acompañado».

¿Cuál es el precio de nuestra comodidad urbana?

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Ciudades que crecen devorando la biodiversidad en todas sus expresiones, además de desperdiciar los recursos que le dan vida.

Las ciudades en el mundo siguen creciendo. Alguna muy bien planificadas como sucede en China, otras al garete como sucede en los países en vías de desarrollo, donde se incluye Colombia. Frente a este desorden de crecimiento poco planificado y muy descuidado que va en contra de los ecosistemas que han sobrevivido a pesar de las ciudades, cada vez son más atacados, bien por urbanizaciones concertadas o por invasión a terrenos que con el tiempo se van normalizando.

La población urbana sigue aumentando, tanto por la migración rural, la ocasionada por conflictos internos y externos, lo que hace necesario dar solución de vida a estas personas, que seguirán llegando por la crisis climática, que en nuestro continente se representa hoy por fuertes inundaciones y olas de frío al sur, por el fenómeno de La Niña en la parte norte y la temporada de ciclones en el Caribe. Así el crecimiento urbano significa invadir tierras, desafortunadamente el reciclaje urbano no se hace y hay construcciones en desuso, abandonadas o subutilizadas, no solo en los centros de las urbes, también en sus periferias.

El mal uso del suelo urbanizado y no utilizado demuestra poco interés por parte de la administración pública, por las empresas constructoras y por esa mirada miope del negocio super rentable para los financieros de vivienda. La renovación urbana y la densificación del centro de la ciudad podrían contribuir a un desarrollo más sostenible, eficiente y que tenga en cuenta las necesidades ambientales. Esto incluye la promoción del uso de energías renovables, la reducción de emisiones y la gestión adecuada de residuos. La creación de más espacios verdes y la promoción del transporte público y no motorizado que son esenciales para mejorar la calidad de vida y reducir el impacto ambiental.

Pero, muchos no tienen referencias claras del lugar en donde se construye Bogotá: la Sabana de Bogotá. Históricamente es una región agrícola de gran importancia por la calidad de su suelo, la presencia de corrientes de agua que provienen de la cordillera y se amortigua con los humedales. Sin embargo, el crecimiento urbano descontrolado ha llevado a una disminución significativa de las tierras destinadas a la agricultura. La expansión de la ciudad ha implicado la conversión de terrenos agrícolas en zonas residenciales, comerciales e industriales. Entre 1990 y 2020, aproximadamente 40,000 hectáreas de tierras agrícolas fueron urbanizadas, lo que representa una pérdida considerable para la producción agrícola local. y con los consecuentes daños ambientales de todo orden.

El rápido aumento de la población urbana ha incrementado significativamente el consumo de recursos naturales para lograr tener un nivel de comodidad importante. Tomando como referencia los años de 1990 y el 2020 podemos apreciar el aumento significativo en los servicios públicos domiciliario. El consumo promedio per cápita de agua pasó de 120 litros por día a 180 litros por día. Hoy tenemos racionamiento que se puede prolongar por más tiempo. En términos de energía eléctrica el consumo promedio por hogar era de 250 kWh al mes y se duplicó a 500 kWh al mes. Este aumento refleja una mayor dependencia de los aparatos eléctricos y electrónicos por el incremento del nivel de vida. El consumo de gas domiciliario pasó de 5 m³ al mes y ascendió a 12 m³ al mes.

Esa comodidad genera además importantes niveles de la contaminación del aire, la alta concentración de vehículos diésel y la actividad industrial son las principales fuentes de emisión de contaminantes. Según un estudio realizado en 2020, el 60% de las emisiones de partículas PM2.5 proviene de los vehículos diésel, mientras que el 30% se atribuye a las factorías y el 10% a otras fuentes. Las estaciones de monitoreo de calidad del aire en la ciudad han registrado niveles de PM2.5 que superan los estándares recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En promedio, los niveles de PM2.5 en Bogotá son de 35 µg/m³, mientras que el límite recomendado por la OMS es de 10 µg/m³.

El entorno montañoso verde de la cordillera que rodea la Sabana ofrece una oportunidad única para integrar espacios naturales dentro del tejido urbano, proporcionando áreas de recreación y preservando la biodiversidad con un clima lluvioso y frío, aunque esas condiciones van cambiando, aún así las precipitaciones pueden ser aprovechadas para la recolección y uso eficiente del agua de lluvia, mientras que el clima fresco reduce la demanda de energía para refrigeración.

La protección y el manejo adecuado de estos espacios son cruciales para mantener el equilibrio ecológico y mejorar la calidad de vida de los habitantes. Un triste protagonista del descuido con el agua que tenemos es el río Bogotá, uno de los principales afluentes del río Magdalena, ha sufrido una severa contaminación debido a las descargas de aguas residuales domésticas e industriales. A pesar de los esfuerzos para tratar las aguas residuales, gran parte de ellas sigue vertiéndose sin tratamiento adecuado. Esto ha convertido al río en uno de los cuerpos de agua más contaminados del país, y tiene repercusiones en la biodiversidad y en la salud pública. Los altos niveles de contaminantes, como metales pesados y materia orgánica, han reducido drásticamente la calidad del agua, haciendo que sea prácticamente inutilizable para la agricultura o el consumo humano.

Bogotá ha hecho esfuerzos significativos para promover la movilidad sostenible a través de la implementación de ciclovías con más de 500 kilómetros de rutas dedicadas para ciclistas. Esto no solo fomenta el uso de la bicicleta como medio de transporte, sino que también contribuye a la reducción de la contaminación del aire y del tráfico vehicular. La incorporación de buses eléctricos en el sistema de transporte público TransMilenio y la introducción de taxis eléctricos son pasos importantes hacia la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Estos esfuerzos, aunque todavía en fases iniciales, muestran el compromiso de la ciudad con la sostenibilidad y la protección del medio ambiente.

Y aquí hay un protagonista que hace la ciudad, sus habitantes. Y la formación de una ciudadanía más consciente y responsable es esencial para enfrentar los desafíos ambientales de Bogotá. La educación ambiental debe ser una prioridad en las escuelas y comunidades para fomentar el respeto y la protección del entorno natural. Programas de reciclaje, campañas de prácticas sostenibles en el hogar y en el trabajo son fundamentales para lograr un cambio significativo y hacer posible una ciudad caracterizada por el verde, el agua, la biodiversidad en sus bosques.

Los lácteos, productos que la colonización nos trajo a una América que no los consumía

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Y ciertamente toda esta industria actual de los lácteos es un desarrollo y visión occidental de la leche, que en otras latitudes del planeta ni se considera. ¿Qué tan buena o qué tan perjudicial resulta para nuestra salud su consumo? Hoy se plantea esta realidad a causa de las patologías que tienen que ver con su ingesta en todas las etapas de nuestras vidas.

En BiciUrba conversamos con una ingeniera de alimentos que bien conoce esta industria, que además de producir bebidas y quesos tiene que ver con temas como la deforestación, con gases efecto invernadero y con el daño en los suelos donde se hace el pastoreo de las vacas.

Los frutos del paraíso terrenal que se llama Suramérica

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Ricos en variedad de frutos, mucho de los cuales fueron traídos en los tiempos de la conquista y el colonialismo en nuestra América.

Hay una realidad de la cual los latinoamericanos si podemos presumir ante el mundo, la variedad de frutas y productos agrícolas de consumo en infinidad de creaciones culinarias, desde la más tradicionales y ancestrales, hasta la culinaria de experimentación que se ofrece en sofisticados restaurantes desperdigados por todo el subcontinente.

Ahora bien, ¿esa variedad de frutas son nativas? La verdad es que no, la mayoría llegaron con los colonialistas europeos que las trajeron desde Asia, África y la propia Europa. Hoy las más comerciales son todas traídas, alguna mejoradas con trabajos de fitogenética, y entre cruce que se hicieron directamente por el campesinado. Alguien podría pensar que la selva Amazónica debe estar llena de frutos desconocidos, es posible, pero su consumo está restringido a su zona de influencia y consumo interno por comunidades que los conocen y aceptan como componentes básicos de su alimentación.

Los demás territorios que no tienen esa influencia biológica, pues consumimos frutos asiáticos, africanos y europeos. Uno de los que más se ha impulsado a la hora del desayuno son los cítricos. Naranjas, mandarinas, variedad limas y limones pues llegaron del sudeste asiático, en regiones que abarcan desde el noreste de la India hasta el sur de China y el archipiélago malayo. Dicen que Cristóbal Colón los trajo en su segundo viaje en 1493.

Un manjar de sabor, textura, color y forma es el mango. Desde grandes a pequeños, pulposos para comer en tajadas o mordisco limpio, provienen del sur de Asia, específicamente de la región entre la India y Birmania (Myanmar). Se cree que los portugueses fueron los primeros en introducir el mango a América del Sur en el siglo XVI, particularmente en Brasil, desde donde su cultivo se extendió a otros países del continente. Por su parte la sandía tiene una tradición muy grande en la antigua Grecia, pero es africana.

Otros que son espectaculares y aplicables a infinidad de recetas son los melones, su origen en África y Asia meridional, traídos por los españoles y portugueses durante el período de conquista y colonización. Los bananos y plátanos son originarios del sudeste asiático, incluyendo India y Malasia y fueron traídos por los portugueses en el siglo XVI, quienes los introdujeron primero en las islas de Cabo Verde y luego en el continente sudamericano.

Hay dos frutas que casi siempre aparecen juntas aunque son bien diferentes, la peras y las manzanas. Las primeras europeas y asiáticas, las segundas son de Asia Central, específicamente en las montañas del sur de Kazajistán. Los españoles introdujeron las manzanas en México y los británicos y holandeses las llevaron a sus respectivas colonias en América del Norte. Y completan este trío los duraznos, made in china.

Los cocos tan importantes en la repostería llegaron del sudeste asiático y fue introducido por los ibéricos. Fruta versátil utilizada en la producción de agua de coco, leche de coco, aceite de coco y en numerosos platos culinarios de los que los veganos disfrutan ampliamente. Aunque las brevas como plantas son bien distintas a las palmeras, su cultivo se extendió por todo el continente, son del mediterraneo.

El café viene de las tierras altas de Etiopía y el azúcar originaria del sudeste asiático han sido fundamentales para la economía de muchos países latinoamericanos, entre ellos Colombia. Y hablando de economías de exportación, Chile y Argentina tienen mucho que agradecer a los europeos que trajeron la vid de la región del Mediterráneo y Asia occidental.

Y cuáles son nuestra frutas nativas, pues la papaya, la piña, la curuba, la guayaba, el maracuyá, el aguacate, el cacao, la chirimoya , la lúcuma, el tomate, el lulo, la guanábana, el caimito, la uchuva, la papayuela, la pitahaya, la granadilla, la naranjilla similar al lulo, el camu camu, la chirimoya , el maqui , la murta , la murtilla , la acerola, el pacay, el achachairú, el açaí, el cupuaçu, el yacaratiá , la peperina , el kaguyjy, el ka’a he’ê o stevia, la butiá , el guaviyú, la cocona entre otros. Cada uno proporciona sabores, aromas, texturas y preparaciones deliciosas, que bien pueden acompañar las tres comidas del día.

Es importante la recuperación de los frutales nativos y de manera especial evitar los monocultivos que alteran los biosistemas generando descontroles en los insectos, otras plantas, aves y en general eso que los agrónomos denominan plagas, y que en agroecología se denominan desequilibrios bióticos causados por el mal manejo de la tierra y los ecosistemas. Disfrutemos entonces de estos manjares frutales que tenemos en el paraíso terrenal suramericano.

El asunto no puede ser solo dinero, necesitamos que todos podamos vivir en el planeta

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Foto que representa una cruda realidad de muerte planetaria. Autor: Chris Jordan, fotógrafo y documentalista.

Cuando hablamos de todos no hablamos exclusivamente de los seres humanos, nos referimos a todos los seres vivientes en el planeta que en un sistema procesual e interrelacionado permiten la existencia en esta esfera azul con verde de lo que hemos denominado vida en toda su variedad y opciones, que disfrutamos en este tiempo en el que habitamos esta herencia.

Ya han pasado una serie de imperios que han buscado ser globales, por lo menos lo fueron en las tierras ya desarrolladas y conquistadas por otros, donde le poder se traduce en armas, comercio y riqueza en dinero, como haya sido su representación en el momento. Todos han encontrado la forma de dominar el comercio, y en nuestros tiempos la energía es el motor de todo. Junto a ella las tecnologías de la producción de artefactos en su infinita variedad que encuentran en el plástico ese material perfecto, económico, multiforme y ahora reciclable.

La materia prima de los plásticos y la energía que usamos todos los días se origina en mayor parte en el gas y en el petróleo, estas últimas siempre las unimos a los combustibles, la gasolina de los motores y el gas de nuestras estufas. La petroquímica va mucho más allá, tan es así que está presente en el medio que usted está usando para leer estas líneas.

Ahora bien, la industria del plástico ha desarrollado variedad de materiales, algunos reciclables y otro no tanto. En los primeros están los PET (Polietileno Tereftalato), los HDPE (Polietileno de Alta Densidad), en los segundos los de PVC (Policloruro de Vinilo), LDPE (Polietileno de Baja Densidad), PS (Poliestireno), PS (Espuma) y los Plásticos Mixtos. Aún así todos son altamente contaminantes y se agrava la situación a partir de la disposición que se haga de ellos por parte del usuario, el fabricante y las normas legales que existan en cada país. Y aquí todos de alguna manera somos generadores de la destrucción planetaria.

El plástico daña la biodiversidad de muchas formas, en el mar por hacer islas de plástico y causar de forma directa la muerte de aves y toda variedad de peces, moluscos, cetáceos por mencionar algunos, pero absolutamente todas las formas de vida oceánica está afectada por esta realidad. Como es un sistema interconectado, las aguas que llegan a los mares provienen de ríos y lagos que de igual forma están contaminados sufriendo las especies que los habitan las mismas realidades de las aguas mayores.

Cada vez que se insiste en no usar plásticos en toda su diversidad, aparecen las mismas voces argumentando la pérdida de puestos de trabajo tanto directos como indirectos. Que se afecta el producto interno bruto (PBI), se afecta la industria petrolera y la inmensa variedad de productos que tienen componentes en plásticos, aquí no es solo el empaque, es el producto final como tal. ¿Hay opciones para corregir en algo esta trágica realidad que nos afecta a todos los seres vivos.? Consideremos algunas.

Lo primero es romper con la obsolescencia programada de manera tal que se puedan tener productos plásticos duraderos y reutilizables. Esto reduce la necesidad de plásticos de un solo uso y disminuye la cantidad de residuos plásticos generados. El reciclaje por parte de los consumidores para devolver productos plásticos y ser reutilizados por los fabricantes, manteniéndolos en el ciclo económico evitando la demanda de materias primas vírgenes. Para ello es necesario desarrollar y mejorar la infraestructura para la recolección, clasificación y reciclaje de plásticos.

Ahora bien, los diseñadores industriales y de productos tienen un campo de trabajo ampliado pues hay que crear productos que sean más fáciles de reciclar, utilizando materiales que puedan ser descompuestos y reutilizados sin perder calidad. Innovar en materiales alternativos al plástico que sean biodegradables y que no contribuyan a la contaminación. Pueden tener como norma del diseño y fabricación la reducción de la cantidad de plástico utilizado en productos y envases, así como eliminar los plásticos innecesarios.

Los argumentos sobre la economía afectada por el no uso de plásticos quedan arrinconados ante ejemplos de países que sí se han tomado en serio esta contaminación global. Alemania recicla alrededor del 67%, Suecia recicla cerca del 50% de sus residuos y convierte otro 49% en energía mediante la incineración. Corea del Sur recicla aproximadamente 54% . Los Países Bajos con un 56%. En todos los casos se genera empleos en el sector de reciclaje y gestión de residuos, con una contribución significativa al PIB. A la final no es mal negocio, más por el contrario.

Los países más contaminadores están China generando aproximadamente 28% del total mundial. Estados Unidos produce alrededor de 17% de los desechos plásticos globales. La India, Indonesia, Brasil y otros países en desarrollo contribuyen significativamente a la contaminación debido a la gestión inadecuada de residuos.

Como en todas estas realidades es el ciudadano de a pie, usted y yo, los que podemos hacer la diferencia. Desde la forma como adquirimos productos, dejando de lado las compras impulsivas, respondiendo a necesidades reales y no las impuestas por el mercado, la moda y la publicidad. Evitar el uso de plásticos en la forma como llevamos alimentos tanto crudos como procesados, al igual que bebidas de todo tipo. Separar los productos desde el mismo momento que llegan a casa y su disposición final. Reutilice envases como botellas, bidones, galoneras, que hasta macetas pueden ser para su jardín. Ayudemos a conformar brigadas de economía circular en nuestros barrios y de los recursos que se puedan generar, ayuden a fundaciones o asociaciones pro infancia.

Los gobiernos del mundo, hasta que no sientan que es rentable para sus finanzas, poco o nada harán para cambiar la destrucción del planeta por plásticos y materias primas fósiles. Son nuestra iniciativas a favor de la vida en todas sus manifestaciones las que permiten hacer la diferencia y hacerlo ahora desde casa, en las compras, en el trabajo y en nuestra forma de vivir, y recuerde aquí si aplica «entre menos es más».

Pacas Silva, tecnología ambiental para beneficio de ciudades y campos

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“Los profesionales que lidian con residuos no entienden de nada de observación. Ellos necesitan un libro. Bueno, como dicen los indígenas Arhuacos y Koguis de la Sierra Nevada de Santa Marta: ‘La Madre nos dejó a nosotros conocimiento y memoria, y al civilizado le dejó un librito.’” Guillermo Silva

Algo que ya sabían los campesinos sobre el compostaje, que es fuente de generación de suelo nuevo y nutrientes, se ha venido tecnificando especialmente en el marco de procesos agroecológicos, que ven en los residuos vegetales una oportunidad de oro para restablecer suelos maltratados y especialmente darle nutrientes a las plantas, porque ellas también requieren alimentos que les permita prosperar.

Casi siempre consideramos que colocarle agua a las plantas es suficiente, y no lo es. En un ambiente natural el ciclo de la vida parte de la muerte de plantas que devuelven los nutrientes al suelo, esto en un círculo virtuoso que ayuda a la vida. En el caso de las ciudades los parques que tienen jardines y árboles requieren que se les abone su suelo, para que el alimento que requieren las plantas, que entre otras están expuestas a niveles altos de contaminación, llegue de forma constante y puedan estar sana y equilibradas.

Esto que es tan claro, en la vida cotidiana no se da con amplitud, y más en ciudades donde llueve de forma regular. En las ciudades de estaciones es más crítico al igual que en urbes en climas secos y semiáridos o áridos, los nutrientes brillan por su ausencia. Los insumos agronómicos son extremadamente costosos y no son un cŕculo virtuoso. Una respuesta a esta necesidad de alimentar las plantas se origina en Medellín, gracias a los desarrollos de Guillermo Silva, que creó las pacas silva.

Se trabaja bajo el principio de la degradación natural del material orgánico, en este caso los residuos de las cocinas, las podas de césped y árboles y otros materiales biodegradables, distintos a los cárnicos. Estos procesos se encuentran en fincas que han logrado rescatar estas técnicas pero en algunos casos generan olores fuertes, vectores y lixiviados, estos últimos si no se trabajan bien generan inconvenientes en el aseo.

La paca silva resuelve todos esos problemas ya que no contaminan el medio ambiente y promueven la sostenibilidad, facilitan el manejo de grandes volúmenes de residuos orgánicos, y son fáciles de implementar en áreas urbanas y rurales. Además contribuye a la reducción de la huella de carbono y la promoción de prácticas de gestión de residuos más responsables y sostenibles. Este método se alinea con los objetivos de desarrollo sostenible al ofrecer una alternativa ecológica y efectiva para el tratamiento de residuos orgánicos.

Cómo son las pacas

Para conocer de ellas BiciUrba conversó con la Dra. Margarita Rosa Cruz, quien con vecinas de su barrio ubicado al nororiente de Bogotá, pusieron manos a la obra. «Es un proyecto comunal que nos permite encontrarnos para compartir la construcción de suelo orgánico a partir de la materia de desecho orgánico de las cocinas que recogemos en una caneca durante ocho o quince días y las llevamos a las pacas para formar suelo orgánico».

Con respecto a la construcción «de las pacas tenemos unas herramientas básicas como un cuadro de madera de 1×1 metros. Hacemos el nido inicialmente con tronco de madera al que le agregamos hojas o pasto y en el centro colocamos los residuos. Luego de pesarlos agregamos más hojarasca o pasto para proceder a pisarlos y bailar y cantar. Una vez está hecha la tarea podemos retirar la base de madera y allí tenemos una primera capa».Se termina la construcción de la paca durante cinco semanas pasarán aprox 6 meses para obtener el suelo fértil. En ese momento se realiza la cosecha es decir se levanta la capa vegetal que cubre la paca y se puede disponer para diferentes usos

«Por cinco semanas repetimos el mismo procedimiento y luego hacemos la cosecha». Esta consiste en retirar la capa vegetal que cubre la pacas que ya ha cumplido su ciclo y donde está ubicado el humus. Una vez cosechado el nuevo suelo se puede disponer para diferentes usos. Este material orgánico lo usan para los parques de su sector, a las plantas de sus casas, evitando así el envío al botadero Doña Juana de material orgánico, materia prima para ayudar a la ciudad a que goce del placer del verde y de la vida botánica.

Además de aprovechar esta eficiente forma de producir alimento para las plantas, logran integrar a la comunidad en un espacio de socialización y fortalecimiento en la apropiación y cuidado de lo público, para disfrutar la ciudad entre vecinos que cuidan la vida. Es una muestra más que cuando se quiere se puede, y que como ciudadanos somos protagonistas de los cambios, que no requieren ser drásticos y tormentosos, más por el contrario, sencillos, eficientes y eficaces.

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