Dada la crisis climática las dinámicas naturales de estabilidad climática tienden a alterarse de forma significativa, ya lo había anunciado tiempo atrás organizaciones internacionales. Esto significa que en el tiempo los periodos de sequía y de lluvias serán mayores lo que a nivel urbano significa un sobrecosto en el uso de la energía eléctrica y escasez de agua potable domiciliaria.
En las ciudades colombianas hemos tenido momentos de escasez, pero lo cierto es que el país por su posición geográfica y la variedad climática que genera su topografía, nos ufanamos de ser un país privilegiado en agua. Hoy la crisis climática global nos alerta y manifiesta que esta realidad de riqueza se puede contraer de forma importante y que a futuro determinará acciones y políticas municipales y nacionales para evitar el despilfarro y el mal uso de estos servicios tan importantes en la vida urbana.
Qué hacer entonces para enfrentar estas realidades que ya nos llegan a la puerta de nuestras viviendas. Ya lo habíamos comentado en BiciUrba la necesidad de implementar el uso de bombillas con paneles solares al interior de nuestras viviendas. Con la tecnología que se ha desarrollado alrededor de estos productos, solo requiere una ventana para colocar el panel a la luz día. Con ello puede perfectamente iluminar una habitación con bombillas que por lo general duran bastantes años de buen servicio. Es una gota de agua en el gran océano de los energéticos, pero es algo y si se le hace una comparativa en costos contra el sistema tradicional, la amortización de las luminarias solares es muy rápida, dando un retorno a la inversión de forma concreta y apreciable.
El tema del agua es más compleja y es muy probable, por lo menos en el caso de Bogotá, que se vuelva rutinario el corte selectivo del servicio, hasta lograr que los embalses tengan niveles óptimos, que no solo dependen de las lluvias, también y de forma determinante por el consumo que se hace en los domicilios, comercio, industrias e instituciones de diferentes órdenes.
Todo parece nuevo, pero ya lo habíamos vivido. Campañas de cerrar la llave, no son nuevas. Calcomanías que llegaban a casa invitando a mejorar el consumo, a evitar el desperdicio fueron por varias administraciones una dinámica permanente, que con el tiempo y la creación de nuevos embalses, nos olvidamos y comenzó el mal uso del preciado líquido.
El clima de alguna forma nos esta poniendo en jaque costumbres sociales, comportamientos de usuarios desatentos a los llamados a economizar y hacer buen uso de los recursos, que por demás son costosos y lo serán mucho más en el tiempo, considerando su escasez , el costo de nuevos montajes, sustituciones de sistema de producción energéticas por energía verdes y renovables. Todo suma ante la resta del agua y la corriente eléctrica, pero bien podemos hacer lo propio para minimizar consumos, usar tecnologías accesibles y usables, e invitar de alguna forma, que las nuevas construcciones habitacionales ofrecen como parte del diseño constructivo energía solar, reciclaje de agua, sistemas de calefacción y refrigeración de forma natural o fotovoltaica, y todo un sistema muy efectivo de economía circular verdaderamente activa.
Hoy hay que iniciar ese camino de economizar, adaptarnos a la escasez y proponernos a enfrentar estas realidades con pequeñas acciones que hacen la diferencia. Los gobiernos a todo nivel tiene sus obligaciones de asegurar la expansión del sector energético, pero es el ciudadano del común el que tiene la opción de hacer la diferencia tanto para mejorar o empeorar las circunstancias que la crisis climática nos plantee todos los días.
Hay que seguir las informaciones metereológicas, algo que no tenía mayor significado en un país donde las zonas geográficas parten de la estabilidad climática, considerar además que el panorama es preocupante en la medida que hoy aumenta la demanda pero no lo suficiente la oferta, de cerrar la llave y apagar la luz que en la realidad no necesitamos y entender que esa tranquilidad y estabilidad climática está variando y lo hará cada vez más fuerte y en los extremos.