Algo que ya sabían los campesinos sobre el compostaje, que es fuente de generación de suelo nuevo y nutrientes, se ha venido tecnificando especialmente en el marco de procesos agroecológicos, que ven en los residuos vegetales una oportunidad de oro para restablecer suelos maltratados y especialmente darle nutrientes a las plantas, porque ellas también requieren alimentos que les permita prosperar.
Casi siempre consideramos que colocarle agua a las plantas es suficiente, y no lo es. En un ambiente natural el ciclo de la vida parte de la muerte de plantas que devuelven los nutrientes al suelo, esto en un círculo virtuoso que ayuda a la vida. En el caso de las ciudades los parques que tienen jardines y árboles requieren que se les abone su suelo, para que el alimento que requieren las plantas, que entre otras están expuestas a niveles altos de contaminación, llegue de forma constante y puedan estar sana y equilibradas.
Esto que es tan claro, en la vida cotidiana no se da con amplitud, y más en ciudades donde llueve de forma regular. En las ciudades de estaciones es más crítico al igual que en urbes en climas secos y semiáridos o áridos, los nutrientes brillan por su ausencia. Los insumos agronómicos son extremadamente costosos y no son un cŕculo virtuoso. Una respuesta a esta necesidad de alimentar las plantas se origina en Medellín, gracias a los desarrollos de Guillermo Silva, que creó las pacas silva.
Se trabaja bajo el principio de la degradación natural del material orgánico, en este caso los residuos de las cocinas, las podas de césped y árboles y otros materiales biodegradables, distintos a los cárnicos. Estos procesos se encuentran en fincas que han logrado rescatar estas técnicas pero en algunos casos generan olores fuertes, vectores y lixiviados, estos últimos si no se trabajan bien generan inconvenientes en el aseo.
La paca silva resuelve todos esos problemas ya que no contaminan el medio ambiente y promueven la sostenibilidad, facilitan el manejo de grandes volúmenes de residuos orgánicos, y son fáciles de implementar en áreas urbanas y rurales. Además contribuye a la reducción de la huella de carbono y la promoción de prácticas de gestión de residuos más responsables y sostenibles. Este método se alinea con los objetivos de desarrollo sostenible al ofrecer una alternativa ecológica y efectiva para el tratamiento de residuos orgánicos.
Cómo son las pacas
Para conocer de ellas BiciUrba conversó con la Dra. Margarita Rosa Cruz, quien con vecinas de su barrio ubicado al nororiente de Bogotá, pusieron manos a la obra. «Es un proyecto comunal que nos permite encontrarnos para compartir la construcción de suelo orgánico a partir de la materia de desecho orgánico de las cocinas que recogemos en una caneca durante ocho o quince días y las llevamos a las pacas para formar suelo orgánico».
Con respecto a la construcción «de las pacas tenemos unas herramientas básicas como un cuadro de madera de 1×1 metros. Hacemos el nido inicialmente con tronco de madera al que le agregamos hojas o pasto y en el centro colocamos los residuos. Luego de pesarlos agregamos más hojarasca o pasto para proceder a pisarlos y bailar y cantar. Una vez está hecha la tarea podemos retirar la base de madera y allí tenemos una primera capa».Se termina la construcción de la paca durante cinco semanas pasarán aprox 6 meses para obtener el suelo fértil. En ese momento se realiza la cosecha es decir se levanta la capa vegetal que cubre la paca y se puede disponer para diferentes usos
«Por cinco semanas repetimos el mismo procedimiento y luego hacemos la cosecha». Esta consiste en retirar la capa vegetal que cubre la pacas que ya ha cumplido su ciclo y donde está ubicado el humus. Una vez cosechado el nuevo suelo se puede disponer para diferentes usos. Este material orgánico lo usan para los parques de su sector, a las plantas de sus casas, evitando así el envío al botadero Doña Juana de material orgánico, materia prima para ayudar a la ciudad a que goce del placer del verde y de la vida botánica.
Además de aprovechar esta eficiente forma de producir alimento para las plantas, logran integrar a la comunidad en un espacio de socialización y fortalecimiento en la apropiación y cuidado de lo público, para disfrutar la ciudad entre vecinos que cuidan la vida. Es una muestra más que cuando se quiere se puede, y que como ciudadanos somos protagonistas de los cambios, que no requieren ser drásticos y tormentosos, más por el contrario, sencillos, eficientes y eficaces.