Los productos comestibles procesados y ultraprocesados son fácilmente accesible y a menudo económicos lo que los convierte en una elección tentadora para muchas personas, de forma especial para aquellas familias o personas de escasos recursos económicos. Sin embargo, esta conveniencia tiene un alto costo para la salud. Los alimentos procesados ricos en grasas saturadas, azúcares refinados ,sodio, saborizantes, colorantes y otra variedad de químicos adicionados tienen efectos perjudiciales a corto y largo plazo en el organismo.
El consumo excesivo de comida chatarra está directamente relacionado con el aumento de peso y la obesidad que en la juventud no solo tiene consecuencias físicas, como problemas de salud cardiovascular y diabetes tipo 2, sino que también puede afectar la autoestima y su salud mental. Aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas, hipertensión arterial y colesterol alto, incluso a edades tempranas afectando la calidad de vida de los jóvenes y aumentar su riesgo de sufrir complicaciones de salud graves en el futuro.
Una de las consecuencias más evidentes en los menores de edad es la obesidad. Los alimentos altos en calorías pero bajos en nutrientes contribuyen al desarrollo de esta dolencia, que a su vez aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, hipertensión arterial y otros problemas de salud a largo plazo. Además, la obesidad en la infancia y la adolescencia puede tener impactos psicológicos significativos, como baja autoestima, depresión y trastornos de la alimentación.
Una dieta poco saludable puede estar asociada con un mayor riesgo de trastornos del estado de ánimo, como la depresión y la ansiedad, en niños y adolescentes. Se ha podido establecer que estos productos comestibles tienen impacto en el desarrollo cognitivo y el rendimiento académico de los jóvenes al afectar negativamente la función cerebral, dificultando la concentración, la memoria y el aprendizaje. Esto puede tener consecuencias a largo plazo en el rendimiento académico y las oportunidades futuras de estudios avanzados y laborales. La relación entre la dieta y la salud mental es compleja, pero está claro que una alimentación equilibrada y nutritiva es fundamental para el bienestar emocional de las personas en general.
La dieta durante la infancia y la adolescencia juega un papel crucial en el crecimiento y desarrollo adecuados, así como en el establecimiento de hábitos alimenticios a largo plazo que protegerá su salud. El consumo excesivo de comida chatarra en esta etapa de la vida tiene efectos devastadores. En las personas adultas mayores los comestibles altamente procesados, no proporcionan ningún nutriente esencial y pueden desencadenar una variedad de enfermedades crónicas y problemas de salud a mediano plazo. A medida que envejecemos, nuestros cuerpos se vuelven más susceptibles a una variedad de enfermedades crónicas, y una dieta poco saludable puede aumentar el riesgo y la gravedad de estas condiciones.
El consumo excesivo de grasas saturadas y sodio puede aumentar el riesgo de enfermedades como la hipertensión arterial, la enfermedad coronaria y los accidentes cerebrovasculares. Además,contribuye al desarrollo de diabetes tipo 2, osteoporosis, fatiga, debilidad muscular, la disminución de la movilidad y otros problemas de salud que pueden afectar la independencia y la capacidad para realizar actividades cotidianas.
Estos productos comestibles tienen efectos perjudiciales en la salud de las personas en todas las etapas de su vida y representa una amenaza significativa para la salud humana y de las mascotas que nos acompañan en casa. También son víctimas de esta revolución verde de producción industrial en el campo.
Es necesario implementar políticas y programas que promuevan una alimentación saludable entre los jóvenes y sus familias. Esto incluye medidas como aumentar el acceso a alimentos frescos y nutritivos en las escuelas, regular la publicidad de comida chatarra dirigida a los niños y educar a los jóvenes sobre los beneficios de una alimentación balanceada. También es importante involucrar a las familias y a la comunidad en la promoción de hábitos alimenticios saludables y en la producción de alimentos en el marco de la agricultura urbana y la agroecología..
La comida chatarra representa una grave amenaza para la salud de todos, con consecuencias que van más allá de la simple ganancia de peso, la salud cardiovascular, el rendimiento académico y la salud mental. Es fundamental tomar medidas para limitar el acceso a la comida chatarra desde casa y promover una alimentación saludable desde la maternidad hasta la vejez para garantizar un presente y futuro más saludable para las comunidades urbanas y rurales.
Algo muy atractivo visualmente, con sabores de explosión, adictivos, de bajo costo, a la final son muy peligrosos y un mal negocio, porque aquí también cabe el dicho popular «más vale prevenir que curar». Comer bien es parte de la cultura de la medicina preventiva, la sociedad de consumo nos abre la puerta a la medicina curativa que es costosa, de alto riesgo y con resultados a veces no tan deseables. También depende de usted el estar sano y evitar esos productos comestibles que tanto mal hacen, aunque los economistas, fabricantes y comerciantes pongan el grito en el cielo argumentando temas de ganancias y pérdidas. Su salud no tiene precio.